domingo, 28 de octubre de 2012

Cuento de miedo


La historia de Marieta

Durante las pasadas semanas hemos estado hablando en la clase de Irune sobre los cuentos de transmisión  oral y fue entonces cuando recordé un cuento de miedo que nos contó mi tía a mis primas y a mí cuando éramos pequeñas. Es un cuento tradicional del Pirineo.
Recuerdo perfectamente el día que mi tía nos contó la historia, estábamos pasando las vacaciones de Semana Santa en un pueblo de los Pirineos. Volvíamos de una excursión y al montarnos en el coche comenzó a diluviar.  Ya estaba oscuro apenas faltaban pocas horas para que llegara la noche, cuando mi tía nos dijo que nos iba a contar un cuento, nosotras accedimos encantadas sin saber que era un cuento de miedo. Es totalmente cierto lo de la lluvia os lo juro.


Esta es la historia de una niña de unos ocho años que se llamaba Marieta y vivía en un pueblo de los Pirineos.
Marieta era una buena niña aunque le gustaba mucho hacer trastadas, casi nunca obedecía a la primera pero era una buena chica.
Un buen día su madre le dijo que tenía que ir a la carnicería a comprar hígados para la cena, pero cuando Marieta iba de camino a la carnicería se encontró en la plaza del pueblo con sus amigas Josefina, Paula y Anita que estaban jugando a la comba, Marieta pensó que no pasaría nada si se quedaba un rato jugando con ellas. Cuando llevaban mucho rato jugando de repente sonaron las campanas de la Iglesia: (Ton, ton, ton, ton, ton, ton, ton, ton…).
    ¡Madre mía son ya las ocho!, grito Marieta muy disgustada, seguro que ya han cerrado la carnicería.
Marieta salió corriendo a todo prisa, seguida por sus amigas, pero no sirvió de nada la carnicería ya había cerrado.
-     ¡Mi madre me mata! , ¿Qué hago?
Anita que era muy ingeniosa, le dijo:
-     No te preocupes Marieta, yo tengo la solución aunque tienes que ser muy valiente y no debes arrepentirte. ¿De acuerdo?
-     Emmm… vale, dijo Marieta algo confusa.
-     Mira: esta mañana murió el señor Santiago y está en el depósito del cementerio, esperando a ser enterrado mañana, como no tenia familia no hay velatorio, no creo que pase nada si le quitamos los hígados, ya no los necesita y tú sí.
Marieta estaba no estaba muy segura de hacerlo pero no podía hacer otra cosa, si regresaba a casa sin los hígados su madre la castigaría.
Así fue como las cuatro amigas aunque tenían mucho miedo, hasta Anita lo tenía aunque lo negara, le quitaron los hígados al señor Santiago.
Y dicho y hecho, Marieta le llevo los hígados a su madre en un paquete que le había dado Anita para que su madre no sospechara nada.
-      ¿Cómo has tardado tanto?
-     Pues…había mucha gente, mami, además he acompañado a Josefina a la mercería porque quería comprar unos botones para el vestido de su muñeca y luego nos encontramos con su primo Juanito y…
Marieta tenía una gran facilidad para contar mentiras pero su madre las dio por buenas y se puso a freír los hígados.
-     Marieta a la mesa. Dijo su madre.
-     No tengo hambre mami, me voy a dormir a casa de a la abuela.
-     Está bien pero al menos tomate un vasito de leche con miel antes de marcharte
-     Vale, dijo la pequeña y se marcho a toda prisa a casa de su abuela que vivía dos calles más abajo.
Marieta llego a casa de su abuela y se acurruco con ella en la habitación del piso de arriba, la niña no paraba de pensar en lo que su madre se estaba comiendo los hígados del señor Santiago, pero por fin a la media hora logro empezar a tener sueño cuando de repente escuchó una ronca y desgatada voz:
-     ¡Marieetaaa, Marieteaaa, dame los hígados que me has quitado!
Marieta estaba temblando de miedo, pero pensó que sería su imaginación, cuando tras pasar unos minutos escucho de nuevo:
-     ¡Marieta, no pienso marcharme!
La niña se acurruco todo lo posible a su abuela y le dijo:
-     Abu tengo miedo, estoy escuchando una voz.
-     Niña no sea tonta que será algún borracho que sale de la cantina.
Marieta se tranquilizo, pensó que seguramente era algún borrado del pueblo, cerró los ojos cuando y escuchó:
-     ¡Marieeetaaa, estoy aquiiii, he venido a por lo que me has quidado!
La niña temblaba y sollozaba.
-     ¡Marieta estoy en la puertaaaaa!
La pobre Marieta, no sabía qué hacer, se tapo la cabeza con las mantas.
-     Marieta estoy subiendo, estoy en el primer escalón, Marietaa
La tenebrosa voz era cada vez más cercana.
-     Marieta estoy en el tercer escalón, ¡Marieeetaaa!
Los segundos parecían horas, Marieta deseaba con todas sus fuerzas que fuera de día.
-     Marieta sigo subiendo, esto en el cuarto escalón. ¡Voy a por ti! ¡Marieta estoy subiendoooo!
-     Socorro abuelita, tengo mucho miedo, te juro que estoy escuchando voces, dijo entre lágrimas.
-     Marieta, deja de decir bobadas, no pasa nada, será la vecina que se dejo el transistor puesto. Duerme ya pequeña.
Marieta no podía dormir, tenía mucho miedo, pensó es imposible que sea el señor Santiago, los muertos no hablan pero cuando parecía haber terminado todo.
-     ¡Marietaaa, Marietaaa, voy por el quinto escalón! ¡Dame los hígados que me has quitado, son míos!
Marieta voy por el sexto escalón, cada vez estoy más cerca de atraparte, Marieetaaaa….

Marieta estaba cada vez más asustada, temblaba y lloraba.
-     ¡Marieta, reza todo lo que quieras pero sigo subiendo!, decía la temblorosa voz con una maligna carcajada.
Se oían los crujidos de las viejas escaleras, cada vez estaban más y más cerca.
-     ¡MARIETAAAAAAA!, estoy llegando. ¡Marieta voy por el octavo escalón, noveno. De nuevo se escucho esa maligna risa ¡Estoy llegando, Marieta ya he subido, esto aquiii, Marietaaa, Marieta, estoy avanzado por el pasillo, Marieta estoy llegando, cada vez estoy más cerca.
El corazón de Marieta latía con más fuerza que nunca, mucho más que cuando estaba con el primo de su amiga Josefina. Se oían los pasos cada vez más cera vio como se movía la puerta de la habitación que estaba entreabierta.
-     ¡M- A- RI E TAAAAAAAA!, estoy en la puerta, puedo verte, MARIETA, dame los hígados que me has quitado. Marieta, estoy a los pies de cama, MARIEEETAAA, MARIETA, MARIEETAAA, MARIETA, ¡¡¡TE COGÍ!!!


Ahora me encanta esta historia y la he contado muchas veces, en los campamentos, a mis amigos e incluso creo que la conté en alguna actividad en primero. Os juro que cuando me la contaron por primera vez pegué tal grito que casi me da algo, porque la gracia de la historia está en contarla  a oscuras y mantener la tensión el mayor tiempo posible y cuando en la historia atrapan a Marieta, cuando la contamos la gracia es coger a alguien del brazo y asustarle.
Es una historia ideal según dice el autor para contar en la noche de los muertos. A penas quedan unos días espero que la hayáis disfrutado y mucho cuidado la próxima vez que comáis hígados. =)

Esta historia y otras muchas más están recopiladas en el libro Cuentos del Pirineo para niños y adultos de Rafael Andolz. Me ha gustado mucho este libro aunque no lo he leído entero es estupendo está lleno de leyendas e historias todas de tradición oral recogidas por el autor, me encanta lo que pone en el reverso del libro:

“En el Pirineo, el cuento se escanciaba en las largaras veladas de invierno.
El contador, el abuelo.
El clímax: el chisporroteo del fuego, el silbido del viento en lo alto de la chimenea, la nieve en el alféizar y la luz del candil.
El auditorio: los niños pequeños, los grandes, pastores, criados, jornaleros, que bebían las palabras del viejo para repetirlas, pasados los años y a la siguiente generación”.

2 comentarios:

  1. Una entrada terrorífica... muy apropiada para esta semana :)
    Te la anoto.

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  2. genial... la escuché en un cuenta-cuentos que se hizo en el o buxo festival de Javierrelatre... de noche cerrada y a la luz de una hoguera... todos los críos saltaron de los troncos en que se sentaban... y a mí se me olvidó hasta hoy... gracias

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